jueves, 16 de enero de 2014

El origen de mi desesperación.

Querido corazón sin nombre,


He descubierto que voy dando palos de ciego porque no soy capaz de encontrarte. Y que escribir mil veces tu nombre en las paredes ya no me sirve de nada. No me va a devolver el tacto de tu cuerpo junto al mío ni tus ojos penetrando en mi conciencia.

Y si descubro que ya no estás más, que ya no eres más. Que tus susurros no sirvieron de nada para calmar mi sed. Tus manos ya no descubren los defectos que mi corazón esconde. Y tus pies ya no caminan sobre mis huellas.

Pues ahora dedicas tus delirios a otra sombra que no es la mía.

Que ya pasó el tiempo de mis prisas y tus miedos.

Aunque mis dedos sigan echándote de menos.


Con más amor del que soy capaz de soportar.


Elai 


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